sábado, 31 de julio de 2010

Viaje en tren.





Al principio desistí en sacar mi cuaderno de dibujo y trazarte en una de mis hojas, pero luego no puedo contenerme más. A penas pude sentarme te miré por el reflejo de la ventana y te dibujé. Cambiabas constantemente la posición de tu mano derecha mientras que con la otra sostenías delicadamente tu lectura. Estabas muy compenetrado en ella. Observé cada uno de los detalles de la escena: cómo cambiabas de página, como arqueabas las cejas sorprendido. Volteabas la hoja para releer, te acomodabas en tu asiento.




Parecía estar demasiado compenetrado en su lectura, ya que ni se percató de que lo dibujé todo el viaje…












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